EL PENSAMIENTO ANTIMPERIALISTA EN AFRICA
NKRUMAH, EL SOCIALISMO Y EL
GOBIERNO CONTINENTAL PARA AFRICA.
Por Ernesto Wong Maestre (*)
El pensamiento
antimperialista africano, en sus expresiones más integrales, es decir, donde se
vincula estrecha y consecuentemente la teoría y la práctica, tiene sus manifestaciones
más legítimas en el legado teórico y en los resultados sociales alcanzados por
los líderes africanos Gamal Abdel Nasser en Egipto, Patricio Lumumba en el
Congo (L), Kwame Nkrumah en Ghana, Amilcar Cabral en Guinea Bissau y Cabo
Verde, Sekour Touré en Guinea, Modibo Keita en Mali, Samora Machel en
Mozambique, Tomás Sankara en Burkina Faso, Marien Ngouabi en el Congo (B), y
Agosthino Neto en Angola, entre otros próceres africanos muertos en el siglo XX.
Con ritmos y
alcances diferentes, o con poderes y limitaciones diversas, estos líderes
comprendieron el estrecho vínculo e interdependencia entre libertad,
independencia y dignidad para lograr el desarrollo de sus naciones, todas ellas
multiétnicas e integradas aún al sistema de dominación imperialista que, por su
naturaleza, logra su funcionamiento basándose en profundas y amplias
desigualdades, enormes injusticias y grandes desequilibrios entre sus opulentas
sociedades capitalistas y las sociedades neocolonizadas tanto de África como de
Asia y América Latina.
Entre los líderes
africanos del sur del Sahara, es en Nkrumah donde pueden observarse con mayor
nitidez esos rasgos característicos más generales del pensamiento antimperialista
como son la visión histórico-concreta para estudiar y comprender la realidad,
la decisión política de la vía socialista para transformar la realidad y la
dialéctica entre el desarrollo social, el Estado y las instituciones, y la
estructura económica dominante en la sociedad como generadora de las
circunstancias que imponen los límites y los alcances de las decisiones
políticas.
OSAGYEFO DE LA UNIDAD ANTIMPERIALISTA
Osagyefo Kwame
Nkrumah, primer Presidente de la República de Ghana (1957-1966), fue quien preconizó con mayor ahínco desde 1945 la
necesidad de la unidad de todos los pueblos de África y ello le hizo ganar la
admiración de millones de africanos en todo el continente, e incluso de
investigadores y analistas europeos y de otras latitudes. Alguien ha llegado a afirmar
que éste podría considerarse como “el Bolívar africano”.
Es probable
encontrar en Nkrumah al líder africano de mayor arraigo popular y multiétnico,
al más unitario y a uno de los presidentes africanos más estudioso entre los padres
de la independencia africana del siglo XX que aplicaron la teoría socialista
para resolver los graves problemas sociales heredados del sistema colonial,
enfrentándose a las circunstancias de un entorno complejo, a las fórmulas
colono-tribales y a los instrumentos neocolonialistas del imperialismo.
Para su época, el
concepto de imperialismo, asumido predominantemente por las fuerzas progresistas
del mundo, fue el elaborado por Vladimir Ilich Lenin en su obra “El
imperialismo fase superior del capitalismo”, el cual Nkrumah también aplicó en
sus obras, documentos partidistas y discursos desde la década de los
cuarenta.
Por tales razones, desde la
temprana independencia de Ghana en 1957, las fuerzas imperialistas europeas y
estadounidenses (agencias de gobierno, medios de comunicación y oligarquías
subordinadas a las metrópolis coloniales) desencadenaron contra Nkrumah, un
intenso plan para asesinarlo, para desestabilizar los proyectos independentistas,
hacer fracasar a su gobierno y volver a dominar al pueblo ghanés hasta que en
1966 cuando en un momento clave de su gestión nacional y previo a establecer
acuerdos y convenios estratégicos con la República Popular China, fuerzas contrarrevolucionarias internas con
apoyo de una contraofensiva mundial imperial dirigida por Estados Unidos y aprovechando
la ausencia física de Nkrumah, le dan un golpe de Estado enmascarados en las
mismas fórmulas comunicacionales que aún hoy usan los gobiernos
imperialistas.
A Kwame Nkrumah también podría considerársele el Martí Africano pues además de su
semejanza en liderar la batalla por la independencia de su país, tener amplia y
variada cultura y conocimientos del mundo, y facilidades comunicativas de
hondas raíces sociales, desarrolló como Martí la idea de “el partido para
dirigir la lucha” y además conoció de
muy cerca a los Estados Unidos. Vivió en ese país por una década, desde 1933,
cuando tenía 26 años, luego de graduarse de Maestro en su tierra natal, conocer
algunos de los pormenores de las condicionantes políticas de “la trata de
esclavos” y de la explotación del africano por el europeo en las minas de oro
de la costa ghanesa. Ya a los 34 años había logrado dos Masters en universidades
norteamericanas, no sin antes pasar por
las humillaciones del racismo y la crisis económica de los años treinta
en ese país. Fue allí donde también conoció a dos eternos e influyentes amigos
afrodescendientes: William Du Bois y George Padmore, con quienes impulsó los Congresos
Panafricanos fuera del África colonizada y donde entró en contacto directo, no
sólo con otros jóvenes africanos y asiáticos estudiantes en Europa y EEUU, sino también
con los militantes comunistas de la III Internacional
quienes, desde 1917, fueron los principales impulsores de la lucha anticolonial
y antiimperialista en el mundo.
LA VISION HISTORICO-CONCRETA Y EL ANTIMPERIALISMO EN TORNO A UN EJE LIBERADOR CONTINENTAL
Para Nkrumah, quien
comenzó a hacer realidad un sueño en África , similar al de Simón Bolívar, para
alcanzar los objetivos que desde muy joven guiaron su vida social y sus luchas
revolucionarias, promovió, primero con ideas y después con otros recursos, una
vez alcanzada la independencia de su país, la unidad africana y la creación de
un Gobierno Continental de África como premisa garante de la consolidación de
la independencia y del desarrollo, no sólo de su natal Ghana, sino de cada uno
de los pueblos africanos. He aquí un eje o una premisa principal para que
Nkrumah asumiera al socialismo como alternativa al capitalismo colonialista.
“El siglo XX –decía Nkrumah- se ha convertido en el siglo de la emancipación
colonial, el siglo de la revolución que continuará hasta presenciar, por
último, la liberación total de África del dominio colonial y de la explotación
imperialista” (1)
En torno a ese eje
estratégico, Nkrumah continuó desarrollando su pensamiento y acción antiimperialista,
en la cual, para el caso de Ghana y de otros pueblos de esa región, identificó
a tres segmentos que debían integrarse: el tradicional, el occidental y el islámico.
Desde estos propios segmentos le exclamaban y nombraban “osagyefo” (el enviado
de los dioses, en la religión tradicional), “líder” (en términos occidentales)
o “baraka” (bienaventurado en el Islam). Desde esas grandes concentraciones o
reuniones partidistas donde Nkrumah impartía educación política, las voces de
sus seguidores se fundían en una sola voz: ¡libertad! ¡hedsole! ¡sawaba! ¡uhuru!.(2). Y a los
tes segmentos los incluyó en su concepción de pueblo.
Ya desde aquella
histórica declaración del V Congreso Panafricano de Manchester en 1945, Nkwame Nkrumah había mostrado su orientación
ideológica antiimperialista cuando convocó a todas las colonias a “liberarse
del control imperialista extranjero, ya sea político o económico” (3). Tres
años después en su libro “Hacia la Libertad de las Colonias” que constituyó el
programa mediante el cual comenzó a ampliar sus fuerzas políticas multiétnicas,
Nkrumah demuestra su dominio de los conocimientos del materialismo histórico y
dialéctico cuando presenta un análisis de las contradicciones existentes en esa
región africana y concluye reconociendo que “en los actuales días, el Africa
Occidental representa dentro del desarrollo histórico, el foco de todas estas
contradicciones del imperialismo” (4) y al desarrollar las bases teóricas de su
programa político, al fundar el Convencion People’s Party (CPP), hace una
síntesis de la teoría leninista del Imperialismo de manera que a partir de una
visión histórico-concreta de la realidad africana y ghanesa las tareas a
cumplir por su movimiento político pudieran tener una potente base ideológica
para su cumplimiento oportuno. Tres años después, en 1951, el CPP gana las
elecciones en el sistema colonial inglés de administración indirecta, incluso
en las zonas donde los jefes tribales de la etnia Ashanti
disfrutaban de los privilegios colonialistas de dominación.
EL ANTIMPERIALISMO DE NKRUMAH Y ALGUNOS RASGOS
El pensamiento
antimperialista en África surge como necesidad subjetiva de los africanos de
enfrentar una realidad objetiva, caracterizada por el dominio colonial de las metrópolis
europeas, en función de la explotación imperialista, garantizadora de las materias
primas para el desarrollo económico de Europa y de la América anglosajona y del
mercado para los productos y excedentes financieros de ese propio desarrollo.
Debido a esa imbricación del desarrollo capitalista e imperialista europeo y el
subdesarrollo africano, en un consecuente pensador antimperialista como
Nkrumah, no puede dejar de surgir en él la idea del instrumento revolucionario
que transformara las estructuras deformadas impuestas por el colonizador, y por
tanto, de la ininterrumpida y necesaria revolución social. Es a partir de
alcanzar la independencia en 1957, consolidar su liderazgo y su incipiente base
ideológica de vanguardia y de masas, que comienza la tarea más compleja para
Nkrumah: la de construir un nuevo sistema social.
Para Nkrumah, como
para muchos otros africanos amantes de la libertad, la independencia verdadera
de África estaba estrechamente vinculada a la descolonización, a la revolución
social y a la unidad de toda África, tres particularidades del antimperialismo
africano, pues bien poco podría lograr un país aislado en medio de un mundo
colonizado o neocolonizado.
Precisamente, el antinecolonialismo, es un cuarto rasgo del pensamiento
antiimperialista africano pues para los países africanos que surgieron como
repúblicas independientes, la acción imperialista sobre ellos utilizó nuevos instrumentos
de explotación, y de fijación de las deformadas estructuras sociales, los cuales
pueden denominarse neocolonialistas, una versión neoliberal de las herramientas
imperialistas en los sesenta y los setenta del siglo pasado.
El enfoque
antineocolonialista en la acción política de Nkrumah y el reconocimiento de la
necesidad de la ininterrumpida revolución social generó una decisión crucial
por parte de las fuerzas nacionalistas políticas que en Ghana eligieron a
Nkrumah como su Presidente: asumir al socialismo como única alternativa
política posible. De manera que el ideal socialista es un quinto rasgo de su
pensamiento antiimperialista.
Las razones las
proporciona el propio Nkrumah: “Después de la independencia –dice Krumah-
cuando me senté junto con mis colegas del partido para estudiar las necesidades
más urgentes, esbocé una breve lista: debíamos abolir la pobreza, la ignorancia,
el analfabetismo, y mejorar nuestros servicios sanitarios.(…) En nuestras
circunstancias, eran tremendos objetivos a largo plazo, que implicaban la
supresión de males sociales que han aquejado al mundo desde el comienzo de la
historia y que todavía afectan, en diverso grado, a todos los países del
globo”(5). “Si queremos cumplir –concluye Nkrumah- el compromiso contraído con
el pueblo y llevar a cabo el programa que acabamos e esbozar, el socialismo es nuestra única alternativa,
porque este sistema supone la propiedad pública de los medios de producción, la
tierra y sus recursos, y la utilización de esos medios para satisfacer las
necesidades del pueblo”(6). En el caso de África, como en ninguna otra región
del planeta, los supuestos reconocidos por Nkrumah del socialismo se presentan
muy coherentemente con las tradiciones étnicas y la profunda identidad cultural
del África donde las comunidades interpretaron el pensamiento antiimperialista
de Nkrumah como muy apegado a sus costumbres, y por ello, legítimo, válido y
útil para el bien de sus pueblos y etnias.
Es precisamente el
sentido de pertenencia social y el
profundo compromiso de las ideas con el pueblo lo que constituye otro
ingrediente ideológico del pensamiento antiimperialista de Nkrumah. Este
vínculo presupone tres sujetos sociales que en toda revolución social profunda
aparecen en la palestra social para llevarla a cabo: el líder, la vanguardia y
el pueblo en su conjunto. En el pensamiento de Nkrumah hay un reconocimiento tajante
de ello. “ Es esencial –dice Nkrumah al Parlamento- que el pueblo pueda ejercer
libremente su sagrado derecho y obligación de manifestarse a través del voto.
Por lo tanto, al propio tiempo que agradezco a la Cámara la fe y la solidaridad
expresada en la moción para conferirme la presidencia vitalicia, sugiero
humildemente que la forma más concluyente de demostrar este apoyo
extraordinario es asegurar mi retorno y el de mi partido, el Partido de la
Convención del Pueblo, al poder en las elecciones generales quinquenales” (7).
Una clara
concepción de la dialéctica de estos tres sujetos sociales, y de su papel, conlleva
a encontrar y definir otro rasgo más general del pensamiento antiimperialista
africano: la puesta en práctica, la
praxis, desde el poder gubernamental, de todas esas ideas que conforman el
sistema teórico antimperialista, y es aquí donde algunas particularidades
africanas revelan otros componentes que lo podrían diferenciar del pensamiento
y acción del antimperialismo en Asia o en América Latina. Me refiero al asunto del poder
de “los jefes” en las etnias africanas. Son estas particularidades en la
composición de “la vanguardia”, tradicionalmente agrupada en torno a un
Partido, en el caso ghanés, en el CPP, y
las incidencias que en ella producen los diversos intereses de los líderes étnicos,
con fuerte arraigo en sus pueblos lo que proporcionó al pensamiento y acción
antiimperialista africano ciertas contradicciones que muchos líderes
“nacionales” no pudieron eliminar, contrarrestar o neutralizar, y que en el
largo plazo hicieron sucumbir sus proyectos socialistas ante el permanente y acucioso
embate imperialista, sobre todo, a fines de los setenta y los ochenta cuando
estos proyectos socialistas africanos no pudieron recibir ningún apoyo exterior
de carácter antiimperialista, salvo el ofrecido por Cuba a varios procesos africanos.
CITAS
(1) Kwame Nkrumah,
pag. 11, África debe Unirse, editorial Eudeba, Buenos Aires, 1965. Título
de la obra original Africa Must unite, London, 1963p 11 NK).
(2) Idem. pag. 9.
(3) Entralgo,
Armando.- Africa Política, tomo 6 de 8 tomos, p 303.
(4) Idem. p 304.
(5) Kwame Nkrumah, pag. 165, África debe
Unirse, editorial Eudeba, Buenos Aires, 1965. Título de la obra original
Africa Must unite, London, 1963.
(6) Idem. p 167.
(7) Idem. p 91.
Nota : Originalmente publicado en la revista Nro.
1 del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual (IAEDPG).
(*) Profesor del Seminario África de la Escuela de Estudios
Internacionales de FACES -UCV desde 1996. Graduado de la Universidad de La
Habana (1977), del ISRI (1979) y de FLACSO (1984). Profesor de la Maestría en Derecho
Internacional Público de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) y de la
Maestría en Relaciones Internacionales del Instituto de Altos Estudios de la Seguridad
de la Nación (IAESEN-UMBV). Tutor de tesis de Maestría y Especialización en las
universidades mencionadas y en el Instituto de Altos Estudios Diplomáticos “Pedro
Gual”.
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